Hace un par de días os dejé parte del primer capítulo de Mestiza desde el punto de vista de Aiden, TRADUCIDO.
Hoy, por fin, os traigo el capítulo uno AL COMPLETO.
¡QUE LO DISFRUTÉIS!
El primer cuerpo que encontramos
en la estación de autobuses de Atlanda tenía al menos 100 de los 208 huesos de
su cuerpo rotos. El chico no podría haber sido mucho más mayor que mi hermano y
eso me enfermaba. Una vida más desperdiciada, ¿y por qué? Los mortales no tiene
éter. Se trataba sólo de diversión – de la emoción de matar. Arrodillándome al
lado del cuerpo del chico de la calle, miré hacia arriba, ala corpulenta forma
que se reflejaba en la luz plateada de la luna. El tipo estaba cuadrado como
una apisonadora. “¿Has encontrado más cuerpos, Leon?”
El centinela puro agitó la
cabeza, sus ojos estrechándose “No”
Leon era hombre de pocas
palabras, pero estaba acostumbrado a ello.
Volviendo al cuerpo, sabía lo que tenía que hacer. Lo odiaba con cada
fibra de mi ser, pero esto era un auténtico caos. Los centinelas no sólo cazaban
daimons.
Limpiaban después de hacerlo.
En la distancia, un rayo cayó y
el último resto de la tormenta de primavera se presentó. Apretando la
mandíbula, puse mi mano en el brazo del chico y dejé que uno de los más
poderosos elementos limpiara lo que habían sido los últimos y más horribles
momentos de su vida. Las chispas volaron de las yemas de mis dedos, alimentadas
por los mismos dioses, y viajaron por el brazo sin vida. En pocos segundos, el
fuego antinatural consumió el cuerpo. No quedó nada más que cenizas. Como si el
chico jamás hubiera existido. Y no pude evitar preguntarme si tendría padres a
los que notificar su pérdida, como si importara.
Y pensé en Deacon de nuevo.
“Hey, Aiden, mira lo que he
encontrado” Me llamó Kain, excitado.
Levantándome, me limpié las manos
y me di la vuelta. Kain estaba sonriendo. Dioses, Kain siempre estaba
sonriendo. Podía estar enfrentándose a una horda de daimons y estar sonriendo.
“¿Qué?” preguntó Leon, cruzando
los brazos sobre el pecho.
Kain movió un trozo de papel “Un
ticket de autobús a Nashville y además hay dinero por ahí”
Leon hizo un sonido exasperado
con la garganta “Esto es una estación de autobuses, Kain. Habrá tickets tirados
alrededor”
“Si, gracias por el apunte.” Kain
puso los ojos en blanco “Este ticket era de Miami a Nashville, con parada en
Atlanta”
“Ella ha estado aquí” dijo Leon
en una voz baja y grave.
Un ticket. Dinero perdido.
Mortales sin vida y daimons. Definitivamente ella había estado aquí.
“Mierda” Kain guardó el ticket y
tiró el dinero para que alguien lo encontrara “Vosotros, tíos, deberíais
haberme escuchado en Florida. Tendríamos que haber buscado en las estaciones de
autobuses y no en los aeropuertos”
“Eso no ayuda ahora mismo” Bajé
por el callejón, buscando algo – lo que fuera que nos pusiera en la dirección
correcta. Necesitaba volver al Covenant. Sólo los dioses sabrían qué andaría
haciendo Deacon.
“Lo único que estoy diciendo es
que---“
“Cierra el pico, Kain” advirtió
Leon. Era alucinante que aún no hubiera matado a Kain.
Kain se calló.
Con una triste sonrisa, me moví
hacia el extremo del callejón. Había un campo y unos bosques separando la
parada de cambiones de un parque industrial. Sentí a Leon moverse detrás de mí
y me giré un poco “¿Crees que hemos llegado tarde?” pregunté.
Él miró hacia delante, la mirada
distante “No lo creo. Ella ha conseguido llegar hasta aquí después de…”
Después de lo que habíamos visto
y averiguado en Miami, la chica podría haber sido totalmente capaz de seguir
adelante. Pero había daimons aquí. Habían matado. No pintaba bien. Podía ser
una mestiza – una mestiza con buenas conexiones – pero la idea de que muriese
sola me atravesaba. La injusticia de todo ello no estaba bien.
“Mira” dijo Leon “Alguien ha
estado en este campo, corriendo. Mira cómo ha sido pisoteado”
Tenía razón. Los tres empezamos a
andar hacia delante, siguiendo el pisoteado césped del campo hasta que llegamos
al bosque. No fue fácil desde ahí. Nos separamos, cada uno yendo en una
dirección diferente. Yo me dirigí por el centro, observando las azoteas de los
edificios en la distancia. Un nuevo rayo partió el cielo y el trueno que le
siguió me agitó los huesos.
Había dado unos cuantos pasos
cuando escuché a Leon llamándonos. Siguiendo su voz, le encontré junto a los
restos carbonizados de otro mortal. Estaba fresco. “¿Daimon?”
Asintió. “No sé qué otra cosa
podría quemar un mortal de esta manera y no quemar el bosque entero”
“Ella tiene que estar por aquí
cerca en algún lugar” Viva…o muerta, pero de cualquier manera, la
encontraríamos. La traeríamos de vuelta como se nos había ordenado por el
mismísimo Ministro en persona. Miré de nuevo a los edificios, y una extraña
sensación me recorrió la columna “Echémosles un vistazo”
Enviamos a Kain al Hummer con los
otros con órdenes de encontrarse con nosotros en el parque, y Leon y yo
seguimos adelante. No nos llevó mucho tiempo atravesar los bosques y pisar en
silencio la carretera agrietada. Kain aparcó en el borde del complejo,
uniéndose a nosotros mientras nos movíamos entre los edificios.
“Ok, tengo que preguntarlo” Kain
sacó un cuchillo de titanio “¿Por qué los daimons crearían tantos problemas por
una mestiza?”
Leon exhaló con fuerza.
“No me malinterpretéis. Siendo
mestizo y todo, me gusta pensar que soy importante, pero ¿para un daimon? Ni de
coña. Hay algo raro en todo esto”
A pesar de que odiaba admitirlo,
porque cuando Kain tenía razón nunca tenía fin, él tenía un punto. A los
daimons no les importan los mestizos. No hay suficiente éter en ellos. “Lo sé”
dije finalmente.
“Quiero decir, qué es lo que pasa
que no—“
Me paré, escuchando el sonido del
metal chirriando. Alzando una mano, silencié a Kain mientras me daba la vuelta
hacia el edificio que teníamos enfrente. Dirigiéndome hacia él, saqué mi
cuchillo y eché a andar hacia delante.
Una de las puertas oxidadas había
sido forzada. La anticipación y la adrenalina me arrollaron de inmediato. Era
aquí. Lo sabía en mis huesos. Después de meses de andar cerca, éste iba a ser
el final de una forma o de otra. Moviéndome en silencio, abrí la puerta y dejé
que mis ojos se ajustaran a la oscuridad de la abandonada fábrica.
Había bancos despedazados y vigas
rotas por todos lados. El lugar olía a basura y putrefacción. El corazón me
latía deprisa ahora, y caminé alrededor de las mesas de trabajo olvidadas.
Entonces lo escuché – La escuché.
“Blah. Blah. Me vas a matar.
Blah. Lo sé”
Una sonrisa reacia de sorpresa
empujaba mis labios. De todo lo que había escuchado sobre Alexandria Andros,
tenía que ser ella. Parte de mí sentía como si la tendría que haber conocido
cuando el Ministro me soltó las órdenes, pero los recuerdos pasados de quién
debería haber sido eran distantes e inalcanzables.
El grito del daimon cortó el aire
y entonces el tipo gritó a la mujer que parase. El sonido de los pies corriendo
me puso en acción. Me lancé hacia delante,
buscando el hueco en la pared. Sin saber cuántos daimons la tendrían
acorralada, necesitaba una distracción.
Alcé la mano y solté una
respiración breve. Una ola de fuego corrió por el suelo, quemando todo a su
paso. Hubo un grito repentino en el otro lado. Colocando el cuchillo en mi
mano, caminé a través del fuego, sin que me afectase el calor.
En ese instante la vi. Parecía
tan pequeña allí, agarrando… una pala de jardín en su pequeña mano? A través
del lío de sus cabellos revueltos, nuestras miradas se encontraron. Un parpadeo
de familiaridad me atravesó.
La mujer detrás de ella parecía
como cualquier puro para mí, pero no iba a arriesgarme. La había encontrado.
“Abajo”
Gracias a los dioses, se tiró al
suelo antes de que yo lanzara otro torrente de fuego elemental. Golpeó al
daimon, y ella cayó gritando y girándose. Mis sentidos me decían que había más,
al menos dos más.
Bajando la mano, escuché el
sonido de las llamas desvaneciéndose. Leon y Kain aparecieron. Con su afilada y
a veces extraña habilidad para perseguir daimons, Leon captó al otro daimon y
desapareció. Kain fue a por la mujer daimon que estaba en el suelo y le
atravesó el pecho con el cuchillo.
Por el rabillo del ojo, vi a
Alexandria intentando ponerse en pie. La irritación llameó. Necesitaba estar
sentada, fuera del camino hasta que supiéramos cuántos daimons había. Me di la
vuelta durante un segundo – un maldito segundo – y la escuché aullar.
Corriendo hacia ella, el rubio la
tenía atrapada, sujetándola por el pelo. En un breve segundo, el horror me
atravesó como una cobra enfurecida. Alexandria gritó – el sonido me devolvió
varios años atrás. Había escuchado ese chillido, ese doloroso sonido, tantas
veces desde la primera vez que lo presencié. Mi estómago se revolvió.
El daimon alzó su boca
ensangrentada “¿Qué eres?”
Lanzándome hacia delante, cogí al
daimon por la garganta y la aparté de ella. Golpeó el suelo, rodando sobre sus
pies. Sonriendo, di una vuelta y le golpeé con mi bota en el estómago. Entonces
me tiré, derribando sus piernas. Le debería haber matado entonces. Tendría que
haber terminado pronto.
Con misericordia.
Pero la había mordido.
Y eso bien se merecía una
revancha. Sin misericordia.
El daimon saltó sobre sus pies
justo cuando le agarraba de la garganta, lanzándole contra la pared más
cercana. Los huesos crujieron. No me inmuté. Ni siquiera cuando le volví a
golpear…o cuando finalmente le atravesé con el cuchillo. El daimon colapsó. Me
di la vuelta antes de que se hubiera ido del todo, mi mirada yendo directamente
a la chica.
Estaba en el suelo, hecha una
bola, haciendo sonidos que me dieron punzadas en el pecho. Nunca he sido
mordido antes, pero he escuchado que Hades no tiene nada que ver con el dolor.
Dejando a un lado los cuchillos, fui hacia ella.
Con cuidado, me acerqué a ella y
la puse sobre su espalda. Sus manos cubrían el espacio entre su cuello y su
hombro. Necesitando ver el daño, aparté sus manos. No pintaba tan mal. Ninguna
arteria o grandes pedazos de piel perdidos. Pero no hablaba. Simplemente me
miraba a través de los mechones de su pelo, sus ojos muy abiertos y destacando
contra su piel pálida y sus mejillas sucias.
Era ella.
“¿Estás bien? ¿Alexandria? Por
favor, di algo”
“Alex” se atragantó “Todo el
mundo me llama Alex”
Solté una breve risa de alivio
“Ok. Bien. Alex, ¿te puedes levantar?
Ella asintió. Cada pocos segundos
un estremecimiento la recorría, pero se mantuvo firme. La chica era fuerte “Eso
realmente…parecía realmente malo”
Rodeándola la cintura con un
brazo, la puse sobre sus pies. Se meció
mientras le apartaba el pelo para volver a ver el mordisco, sólo para estar
seguro “Dale unos pocos minutos. El dolor desaparecerá”
Leon volvió, junto con Kain. Sus
ojos se fijaron en la chica y tuve el repentino impulso de protegerla. Los Puros
no eran conocidos por su amabilidad hacia los mestizos. Un hecho que odiaba de
los de mi propia clase. No sabía si Leon opinaba lo mismo “Esos deberían ser
todos” dijo.
Asentí “Alex, tenemos que irnos.
Ahora. Volver al Covenant”
Volvió a mirarme, pero no me veía
mientras se echaba hacia atrás, los finos brazos temblando. Como un animal
atrapado que no ve ninguna salida. En un breve segundo, supe que ella iba a
hacer algo impulsivo, algo sin pensar y producto del miedo. Sólo esperaba que
fuera yo quien fuera tras ella, y no Leon. Yo no la haría daño, pero si ella
atacaba a otro Puro, esto habría sido para nada.
Di un pequeño paso hacia ella,
alzando las manos en lo que esperaba que fuera recibido como un gesto
inofensivo.
Se estremeció, como un pedazo de cristal
demasiado fino.
Di otro paso hacia ella y ella se
lanzó hacia mi en un lío de patadas y manos engarfiadas. Tenía cierto talento –
algún resto del entrenamiento, pero sus movimientos eran erráticos debidos al
miedo y al agotamiento.
Cogiendo una de sus manos, giré y
sostuve sus manos a sus lados. Ella se lanzó hacia delante, intentando
golpearme. Ninguna acción queda sin
castigo…me moví fuera de su alcance “No” la advertí, hablándola directamente a
su oído “No quiero hacerte daño”
Su respiración era áspera, rota
mientras intentaba luchar como si nosotros fuéramos los malos. La oleada de
maldiciones que soltó fue realmente impresionante y hubiera sido entretenida si
no hubieran estado dirigidas hacia mí.
“¡Whoa!” gritó Kain desde un lado
“Alex, ¡nos conoces! ¿No te acuerdas de mí? No vamos a hacerte daño”
“Cierra el pico” gritó ella,
recurriendo a sus últimas fuerzas, rompiendo mi agarre únicamente porque no la
había sostenido con fuerza para no hacerle daño.
Alex eludió a Leon y Kain,
quienes permanecieron ahí, alucinados y en shock. Su largo cabello volaba
detrás de ella mientras tomaba velocidad, buscando la salida.
Kain sonrió con superioridad
“Bueno, esto no me lo esperaba”
Suspiré “Yo la cogeré”
“Asegúrate de no romperla o algo”
dijo Leon “Dudo mucho que su padrastro lo apreciase”
Sí. Sí. Fui tras ella, sabiendo
que no llegaría a ningún lado. No ahora. Rodeando el lateral del edificio, la
vi bajo la luz de la luna, pateando el campo. La chica podía correr cuando
quería. ¿Así había conseguido seguir viva? ¿corriendo? Era triste.
Alcanzándola, la rodeé la cintura
con los brazos y tiré, girándome para tomar yo el impacto contra el césped.
Durante un instante, ella estuvo sobre mí, alucinada y en silencio, pero si los
últimos momentos con ella me habían enseñado algo, es que eso no duraría.
Alzando las caderas, rodé y la puse debajo de mí, sujetándola hacia abajo.
“¿Ahora?” gritó, su voz
rompiéndose “¿Dónde estabais hace una semana? ¿Dónde estaba el Covenant cuando
mi madre fue asesinada? ¿Dónde estabas tú?”
Me eché hacia atrás, más afectado
por esas palabras de lo que ella podía saber “Lo siento. Nosotros no—“
Ella explotó como una bomba
atómica. Gritando. Pegando. Arañando. Alguien iba a acabar herido y no iba a
ser yo. Y la última cosa que quería era herir a alguien que obviamente había
pasado por mucho, había visto demasiado. Dejé que mi peso la aplastara,
dejándola inmóvil.
Y finalmente, Alex paró de
luchar. Creo que paró de respirar. O a lo mejor era yo, ya que podía sentir
cada parte de ella. Suave donde yo era duro, con curvas donde yo era líneas
duras. La miré, compartiendo el mismo aire, nuestros labios a tan sólo unos
centímetros.
En sus ojos había una tormenta de
emociones. La mirada era demoledora, profunda. Sus suaves ojos marrones se
agitaban en una batalla de miedo, ira…y algo más. Casi no lo vi, pero sus
labios se abrieron maleables en una exhalación.
Suficientemente extraño, me
encontré queriendo saber cómo sería ella bajo toda aquella suciedad. Cómo
sonaba cuando no estaba maldiciendo o gritándome. Cómo se movía cuando sus
acciones no eran fruto del instinto o el miedo.
Y toda esa curiosidad era
realmente inapropiada, estaba mal.
Era una mestiza.
Bajé la cabeza y ella inhaló tan
fuerte, que su pecho se apretó contra el mío. Un sentimiento primitivo me
atravesó, realmente difícil de ignorar y de apartar cuando ella me miraba de
aquella forma. Como si no se fuera a oponer en el caso de que yo quisiera hacer algo, cualquier
locura.
Esto era una locura.
Puse mi mano sobre su frente, la
culpa me mordió con su pequeña y afilada dentadura. Tenía que hacerlo. Si no lo
hacía, ella acabaría haciéndose daño. Encontrando su mirada, solté un golpe
mental bestial con mis siguientes palabras “Duérmete. Ahora. Ve a dormir y no
te despiertes hasta que te sientas a salvo. Ahora”
Alex se puso rígida y después
todo su cuerpo se quedó laxo, flácido y sumiso. Tuve la impresión de que éste
sería uno de los pocos momentos en los que ella estaría así. El remordimiento
por usar una compulsión sobre ella me partió en dos mientras la tomaba en
brazos y me levantaba.
Había acabado. Al menos, debería.
Habíamos hecho lo que nos habían ordenado. Habíamos encontrado a Alexandria Andros
y aun así, en lo más profundo, sabía que esto sólo era el principio.
A Alex le gustaba acurrucarse.
Quedó bien claro desde el momento en que la dejé en la parte de atrás del
Hummer y me subí con ella. No pasó un minuto antes de que se acercara, poniendo
su cabeza sobre mi hombro. No podía ser una postura cómoda, y quería mover el
brazo para darle más espacio, pero eso no habría acabado bien. El hecho de que
ella estuviera utilizando mi hombro como almohada ya era bastante malo.
Debería haberla apartado, pero no
podía. Cada pocos minutos, ella hacía esos pequeños sonidos, como un suave
quejido o gemido. La miraba, pero sólo podía ver la punta de su nariz a través
de su cabello. Me preguntaba qué estaría soñando.
Alcé la mirada y encontré a Leon
mirándome a través del espejo retrovisor. Alzó las cejas “Los ojos en la
carretera” gruñí.
Leon resopló.
Kain no había dicho una sola
palabra desde que aparecí con Alex en mis brazos. Estaba incómodo por la
compulsión. No le podía culpar. Las compulsiones era un tema delicado para los
mestizos.
Acercándose más, Alex suspiró con
fuerza, devolviendo mi atención hacia ella. En el momento en que se despertó y
se dio cuenta de lo que estaba haciendo, me preparé.
Alex se echó hacia atrás
rápidamente, golpeándose la cabeza con la ventana “¡Mierda!”
Avergonzado, me giré hacia ella
“¿Estás bien?” no me respondió durante varios minutos “Alex, ¿estás bien?”
“Sí, estoy bien” frunció el ceño
mientras miraba alrededor en el Hummer “¿Dónde estamos?”
“Estamos en la costa, justo en las
afueras de Bald Head Island. Casi hemos llegado a Deity Island”
Saltó un poco “¿Qué?”
“Estamos regresando al Covenant,
Alex”
Acariciándose la parte de atrás
de la cabeza, suspiró “¿Os envió el Covenant? ¿O fue… mi padrastro?”
No estaba seguro de cómo responder
a eso. Era complicado “El Covenant”
“¿Trabajas para el Covenant
ahora?”
Sorprendido porque ella me
recordara de sus primeros tiempos allí, agité la cabeza. “No. Soy un centinela.
Estoy de momento en “préstamo”. Tu tío nos envió a buscarte” Miré por la
ventana “Las cosas han cambiado desde que te fuiste”
Hizo algunas preguntas mundanas y
la observé detenidamente. Se movía constantemente. Mucho. No pasaba un momento
sin moverse del sitio. Una sonrisa apareció en mis labios hasta que recordé lo
que había hecho.
“Alex, siento lo de la
compulsión. No quería que te hicieras daño”
Ella no me perdonó, no es que me
sorprendiera. Miré al frente, aliviado de que Leon no nos estuviera observando
“Y… siento lo de tu madre. Miramos en todos lados, buscándoos, pero no
permanecíais mucho tiempo en un sitio. Llegamos tarde”
“Sí, llegasteis muy tarde” su voz
titubeó.
Sentí una punzada en el pecho.
Parte de mí quería decirle que sabía cómo se sentía, pero se suponía que no me
tenía que relacionar con ella. Nunca. Buscando una manera de cambiar de tema,
le hice la pregunta que me había estado reconcomiendo “¿Por qué se fue tu madre
hace tres años?”
Ella me observó a través de la
cortina de su cabello. Por el Hades, ¿cómo sería su rostro? “No lo sé”
No sabiendo si debería creerla,
lo dejé pasar- Nadie sabía qué había hecho que su madre, una pura, hullera del
Covenant. Y si lo sabían, no lo iban a decir. No volvimos a hablar, no hasta
que cruzamos los puentes y Leon nos dejó enfrente de los dormitorios que se
alzaban entre la arena y el mar.
Ella permanecía en silencio
mientras la guiaba a través de los pasillos, y debería haber estado agradecido
por ello. Pero me sentía inquieto por alguna razón “Dúchate. Volveré a por ti
en un rato” Empecé a darme la vuelta, pero me paré “Encontraré algo de ropa
para que te vistas y la dejaré en la mesa”
Sin esperar su respuesta, la dejé
en su habitación y volví a la isla principal. Con cada paso que daba, me
preparaba para lo que sin ninguna duda me encontraría cuando abriera la puerta de
la que solía ser la casa de mis padres.
El olor a alcohol se superponía
al del mar, y estuvo a punto de noquearme. La ira surgió de mi como una bola de
fuego. Corriendo por el pasillo, ni siquiera me molesté en ir en silencio
cuando miré hacia la sala de estar.
Varios adolescentes puros estaban
inconscientes en varias posiciones. Algunos no quería ni verlos. Mi irritación
no conocía límites mientras continuaba. Cerciorándome de que la habitación
seguía cerrada, me encaminé hacia la habitación de Deacon. Abrí la puerta,
golpeándola contra la pared.
Gracias a los dioses Deacon
estaba solo. Si me lo encontraba una vez más medio desnudo, iba a acabar
dejando que una Furia me arrancara los ojos.
Mi hermano menor estaba
despatarrado sobre la cama, boca abajo, con las sábanas revueltas y una botella
a su lado, derramando sólo los dioses saben qué había estado bebiendo sobre el
colchón.
Sin decir adiós, golpeé uno de
los postes de la cama. Fuerte.
“¿Qué?” Murmuró Deacon a la
sábana “El baño está al fondo del pasillo…o fuera. Lo que sea”
“Sé dónde está el baño, idiota.
Esta es mi casa”
Deacon se quedó congelado y
después dejó escapar un sonoro suspiro mientras se daba la vuelta, entornando
los ojos mientras me enfocaba. Sonrió – realmente me sonrió. El único rasgo que
realmente compartíamos eran los ojos, pero sus ojos grises estaban confundidos
“Hey, hermano, bienvenido”
Quería sacarlo de allí y tirarlo
al océano. Sostenerlo hasta que Poseidon nos echara a ambos. “¿Esto es lo que
has estado haciendo todo el tiempo que he estado fuera? ¿Beber? ¿Estar de
fiesta?”
“No” sentándose, se balanceó
hacia un lado mientras hacía una mueca “Ok. Tal vez un poco”
Dando un paso hacia delante, me
incliné hasta que estuvimos al mismo nivel “¿Es así como quieres pasar toda tu
vida? ¿Es esto lo que espero encontrar cada vez que me vaya?”
Echó la cabeza hacia atrás, su
sonrisa insegura “No eres mi niñera, hermano. No eres mi padre. Dioses…actúas
como un cincuentón. Y sólo tienes veinte. Vive un poco. Tómate algo” Me pasó la
botella “Cálmate”
Golpeé la botella que salió
despedida de su mano cuando lo que realmente quería era golpearle en la cabeza.
“Whoa” murmuró “No mola”
Echando mano de la paciencia que
no tenía, inspiré profundamente “Sé que bebes porque echas de menos a nuestros
padres. Sé que tienes algún trauma profundo y que los echas de menos. Lo
entiendo, pero ésta no es la manera de afrontarlo”
Él pestañeó “¿No es la forma
adecuada?”
Por los dioses, le iba a acabar
haciendo daño físicamente “Acabo de recoger a una chica cuya madre fue drenada
por un daimon. Quien tenía que luchar cada día para sobrevivir, Deacon. Podría
haber hecho lo que tú estás haciendo. Podría haber abandonado”
“Tal vez debería haberlo hecho”
Se tumbó y cerró los ojos “Es la forma más fácil”
Había tantas cosas que quería
decirle, pero probablemente acabaría lamentando cada palabra en menos de una
hora. O no, pero no tenía tiempo para esto. Marcus estaba esperando “Sácalos de
la cada en una hora”
“¡Sí, señor!” me saludó con la
mano.
Girándome, dejé la casa antes de
pegarle. De vuelta en la isla de control del Covenant, dominé mi ira y volví a
recoger a Alex. Kain me interceptó justo cuando estaba rodeando el patio.
“Qué piensas que van a hacer con
ella? Preguntó, poniéndose a mi lado.
Buena pregunta “No tengo ni idea”
“Ha perdido mucho tiempo como
para ponerse al día” se pasó una mano por el pelo rubio, agitado “La mandarán a
la servidumbre. La pondrán bajo el Elixir”
Me quedé frío. Servidumbre
equivalía a esclavitud, el miedo de todos los mestizos No quería darle muchas
vueltas a la idea de la pequeña fiera puesta bajo el Elixir, me incomodaba.
Agité la cabeza “Dudo mucho que se hayan tomado todas estas molestias para
hacer eso”
“Trabajaré con ella si necesitan
a alguien para que se ponga al día” propuso “Es todo lo que necesita. La
recuerdo, Aiden. La chica sabe pelear. Y es rápida. Dioses, se te escapó”
Puse los ojos en blanco. No tenía
ninguna duda de que Kain no me dejaría olvidarlo “Te graduaste hace apenas un
año. No puedes entrenar a nadie”
“¿Entonces, qué? ¿Lo harás tú?”
La curiosidad coloreó el tono de su voz “No eres conocido por tu paciencia”
Eso era cierto. Cuando el
Covenant me mandaba centinelas recién salidos de la escuela, mandaba a la mitad de vuelta por infracciones
menores. Prefería ser conocido por ser así que de ser responsable de la muerte
de un puñado de mestizos “Esperemos que no lleguemos a eso”
Tenía demasiado por lo que
preocuparme sin añadir el entrenamiento de una mestiza a la mezcla. Dejé a Kain
fuera de los dormitorios, encaminándome directamente hacia su cuarto. Golpeé
una vez la puerta y entonces la abrí. Por un momento pensé que debería haber
esperado un poco. La chica podría estar desnuda por lo que sabía.
Alex estaba en el medio de la
pequeña sala de estar. Saltó cuando me vio, pero yo estaba más sorprendido al
verla sin toda aquella suciedad cubriéndola.
La recordaba.
Pero no era la pequeña marimacho
que yo recordaba de las veces que la había visto. Algunos de los rasgos eran
los mismos. No había crecido mucho, pero por los dioses, ella era…
Un cabello grueso y largo de color castaño caía por debajo del pecho que había crecido en los últimos tres
años. Su cara ovalada; los labios llenos como los de un puro. Los pómulos altos
y las cejas delicadamente arqueadas sobre dos grandes ojos marrones. Incluso
con los moratones morados que casaban con una complexión perfecta, ella
era…increíble.
Preciosa.
Mi cuerpo entero se tensó cuando
nuestras miradas se encontraron. Algo que la mitad de los mestizos no se
atreverían a hacer, pero oh, no, ella lo hizo. Me devolvió la mirada, la misma
mirada apreciativa que yo le estaba dando. Un sentimiento líquido, como si
hubiera ardido en llamas, bullía en mis venas.
Un sentimiento que no debería
tener.
Alex echó la cabeza hacia atrás “¿Qué?”
Salí del trance. Por el Hades,
¿en qué estaba pensando? “Nada. ¿Estás lista?”
“Supongo”
Me siguió fuera de los
dormitorios, y yo era completamente consciente de sus ojos sobre mí. Miré por
encima del hombro, preguntándome qué estaría pensando. Tenía esa mirada
extraña, como si estuviera intentando encajar un puzzle. “¿Cuántos daimons has
matado?”
“Sólo dos” cogió ritmo y se puso
a caminar a mi lado.
“¿Sólo dos?” Asombrado, la miré “¿Te
das cuenta de lo asombroso que es que un mestizo sin un entrenamiento completo
mate a un solo daimon, no digamos a dos?”
“Supongo” Su rostro se desencajó
por la ira y después se desvaneció “Hubiera matado al otro en Miami…pero yo
estaba – no lo sé. No estaba pensando. Debería haber ido tras él, pero me entró
el pánico”
Me paré, encarándola “Alex, el
hecho de que hayas matado un daimon sin entrenamiento es algo extraordinario.
Fue algo valiente, pero también estúpido”
“Bueno, gracias”
“No estás entrenada. El daimon te
podría haber matado con facilidad. ¿Y el que mataste en la fábrica? Otro acto
sin miedo, pero estúpido”
Se quedó congelada “Pensaba que
habías dicho que fue alucinante y extraordinario”
“Lo fue, pero te podrían haber
matado” Seguí caminando. ¿Alucinante? ¿Extraordinario?
“¿Por qué te iba a importar que
me matasen? ¿Por qué le importa a Marcus? Ni siquiera le conozco, y si él no me
deja retomar mi entrenamiento, estoy mejor muerta de todas maneras”
“Eso sería una lástima” No sabía
por qué me importaba, pero lo hacía “Tienes todo el potencial del mundo”
Y supe entonces, incluso cuando
sus ojos se estrecharon como si se estuviera imaginando dándome una patada en
la cara, que no les dejaría ponerla en servidumbre. Mis dioses, tenía que ser
el puro más estúpido vivo en la Tierra, pero sabía que esto no acabaría cuando
la dejase en la oficina de su tío.
Como me había dado cuenta en el
campo, una sensación de conocimiento me golpeó. Esto estaba lejos de terminar.
¡FIN!
¿QUÉ OS HA PARECIDO?
¿NO OS HABÉIS ENAMORADO UN POQUITO MÁS DE AIDEN? PORQUE YO SI!!!!
Saludos, Covenants!!!
Traducción y artículo por Bella Carstairs, Saga Lux Spain
Fuente: Jennifer L. Armentrout. Extras.