<<Puros y mestizos no celebraban la Navidad como los
mortales. Teníamos nuestras superespeciales vacaciones en Febrero…salvajes.
Pero no había árbol de Navidad, ni tronco de Navidad, galletas o muérdago. Nada
de canciones cursis, pero sí divertidas.
Desde que había pasado varios años en el mundo mortal, me
había empezado a gustar la Navidad y toda la alegría de esta festividad. Tanto
como para llevar dos semanas hablando de ello cuando estaba con Aiden o Seth. Y
cuando el día de Navidad llegó, y a nadie en el Covenant podía importarle menos,
yo estaba entrando en Pueblo Deprimente, población: Alex.
Suspiré.
Me arrastré por mi habitación, tirando la mochila al
suelo. Tenía una enorme cantidad de deberes sobre Mitos y Legendas que hacer,
pero fui hacia mi ordenador en mi pequeño escritorio y encendí a la bestia. Fui
a Youtube y empecé a ver vídeos sobre las Vacaciones Navideñas Nacionales en
Lampoon. Unas cuantas horas después de diversión familiar, un golpe sonó en mi
puerta.
Pasándome las manos por el pelo, me acerqué a la puerta.
Aiden estaba ahí, sus manos a su espalda, su increíbles
facciones inexpresivas. Aquellos ojos, eran de un gris metálico. Tranquilos.
Enfocados.
“¿Ocupada?” preguntó, su voz grave y suave hizo cosas
divertidas en mi estómago.
Miré hacia mi habitación y arqueé una ceja “No realmente”
“Bien. Ven”
Normalmente, me habría negado a cualquier orden de “Ir”
sin ninguna explicación, pero éste era Aiden
y sí, él tenía más margen que los demás. Y tenía curiosidad sobre por
qué me estaría Aiden llevando fuera. Curiosidad. Esperanza. Cálida y vaga…
Cerrando la puerta tras de mí, le seguí por el silencioso
pasillo. Era más tarde de lo que pensaba. La brisa fresca y húmeda del océano
golpeó, y me encogí debajo del jersey. En el mundo mortal, todo estaría cubierto
de luces brillantes y gente cantando villancicos.
Aquí, había Guardias y Centinelas patrullando por las
dunas. Ninguno de ellos parecía sorprendido de vernos. Considerándolo todo,
estaban acostumbrados a verme con Aiden o cualquier otra niñera.
“Bueno, ¿Qué pasa?”
Aiden me observó “Ya lo verás”
Mis cejas bajaron “¿Veré el qué?”
“Unos minutos más, Alex”
La paciencia era una virtud que tenía que trabajar. Mi
boca ardía ante la necesidad de hacer preguntas que apenas podía contener a
medida que rodeábamos el patio y nos encaminábamos hacia las dependencias de
entrenamiento. Mis hombros se desplomaron.
“¿Vamos a entrenar?” Geez, entendía que no celebrásemos
las vacaciones, pero era Navidad me daban ganas de gritar.
No dijo nada, pero ahí estaba esa mirada en sus ojos
grises. Reservada con un toque de travesura mezclada. Mientras empujaba las
puertas para que se abrieran, mi curiosidad no conoció límites. ¿Qué estaba
tramando Aiden? ¿Y sería divertido?
Si lo era, realmente debía de existir Santa Claus.
Ahora estaba sonrojada como un maní.
En vez de girar hacia la izquierda, donde estaban todas
las grandes salas donde se guardaba el material de entrenamiento, siguió
caminando por el pasillo apenas iluminado.
“Aiden ¿qué pasa?”
Se apartó un mechón ondulado y oscuro de sus ojos y
suspiró “Necesitamos trabaja con tu paciencia”
“Ja”
Sus labios formaron una media sonrisa “¿Has oído alguna
vez eso de que las cosas buenas llegan a aquellos que saben esperar?”
Puse los ojos en blanco.
“Vamos” Puso una mano en mi espalda, entre mis omóplatos,
y se me paró la respiración.
Su toque me había silenciado. A lo mejor lo hizo por eso.
Nadie le culparía y muchos querrían tener ese poder sobre mí.
Haciéndose a un lado, me empujó hacia la habitación a
oscuras. Entré, mirando por encima del hombro “Uh, ¿no me vas a encerrar en esta habitación a
oscuras o algo así, verdad?”
Aiden se rió, y entró, cerrando la puerta y haciendo que
la habitación se quedara totalmente a oscuras. Mis ojos picaban y me quedé
totalmente quieta. Sabía que esta habitación contenía una de las salas de privación
sensorial.
Un aire cálido me rozó la mejilla, jugando con el cabello
de mi sien. Un escalofrío recorrió mi piel y cerré los ojos. Hubo un sonido de
encendido.
“Abre los ojos, Alex” la voz de Aiden estaba
tentadoramente cerca.
Lo hice y mi boca se abrió totalmente.
Parecía como…si hubieran metido la Navidad en aquella
habitación.
Y lo amaba.
“Oh…” No tenía palabras.
Había luces de navidad por todas las paredes, cubriendo
la sala de privación sensorial a la derecha. Había un árbol de casi dos metros en
el centro de la habitación, con espumillones plateados del mismo color que los
ojos de Aiden. Bolas brillantes cubrían el árbol.
Anduve despacio, aturdida.
Había guirnaldas por todos lados, rojas y verdes. Había
unos calcetines enormes colgando de un armario. Había una lámpara con una cara.
“¿Ves el botón rojo?” Dijo Aiden detrás de mí “Apriétalo”
Lo hice con un dedo tembloroso. Rudolph, el reno de la
nariz roja empezó a moverse. Empecé a reírme, pero la risa se me quedó atascada
en la garganta.
“Canta un montón de canciones” Las pestañas de Aiden
cubrieron sus ojos “No sabía si tendrías una favorita”
“Es perfecto” Me di la vuelta. Había un montón de velas
encendidas a los pies del árbol, junto a lo que parecían ser galletas y leche.
Me quedé sin aire. “Aiden…”
Había un árbol Charlie Brown en la esquina. Las ramas
eran finas y estaban desnudas, con el peso de las bolas rojas y verdes
empujando. Conseguí reír a través de la bola que se había formado en mi
garganta. No tenía ni idea de cómo había conseguido hacer esto sin provocar un
millón de preguntas. Era alucinante – él era alucinante.
“Oh, por los dioses, Aiden…” fui hacia el árbol pequeño,
conteniendo las lágrimas. Dioses, me iba a derrumbar como una niña viendo el
Diario o algo así.
“Seth y Deacon ayudaron también” Dijo Aiden, con las
manos en los bolsillos.
Mi mirada se clavó en el elfo sexy con un bikini rojo con
pieles blancas que había de una foto. Sonreí “Me apuesto a que sí”
Aiden se agachó, y cuando se levantó, me acercó un plato
con galletas y un vaso de leche. Sonreí mientras los cogía “¿Tú…hiciste estas?”
Aiden echó la cabeza hacia atrás y se carcajeó “No. Las
hizo Deacon. Las espolvoreó con virutas verdes y rojas sólo para ti”
Pestañeé otra vez, mientras mordía el maravilloso dulce.
Lágrimas de felicidad ardieron en mis ojos. “Gracias, Aiden. Honestamente, tú…no
tienes ni idea” Se encogió de hombros “No tienes nada que agradecer”
Parecía que nunca podría agradecerle nada, pero lo que
había hecho por mí – lo que otros chicos le habían ayudado a hacer – me llenó
el pecho. En cualquier momento acabaría
flotando por toda la sala. Terminé las galletas y la leche, intentando
mantenerlas juntas.
“De cualquier forma” dijo “Puedes estar aquí todo el
tiempo que quieras - ¿Estás llorando?” Aiden se puso a mi lado. Su mano se
apoyó en mi hombro.
“No – No realmente” Me forcé a reír y dejé el plato y el
vaso a un lado. “No puedo creer que hayáis hecho esto” Volví a perderme en la
habitación y después miré hacia arriba, encontrándome con sus ojos “Me encanta
la Navidad, me encanta…”
Su sonrisa se volvió tierna “Lo sé. Por eso hicimos esto.
Te mereces un poco de alegría navideña”
No estaba realmente segura de merecer todo aquello “¿Fue
tu idea, verdad?”
La mirada de Aiden me recorrió todo el rostro. No hubo
respuesta. Por supuesto que sí. Este era Aiden – El tipo de chico que prestaba
atención a mi verborrea sin sentido sobre unas fiestas que él nunca ha
celebrado y sabía lo que significaba para mí. Y después no se daba ningún
crédito por ello. Parte de mí se deshizo.
“Gracias” susurré.
Miró hacia arriba “Huh, mira ahí”
Mi mirada siguió la suya y mi corazón dio un brinco. Una
planta verde y frondosa colgaba del techo. Dos bayas rojas brillaban con la luz
parpadeante.
Sip, mi corazón se detuvo.
“Creo que hay una especie de tradición con respecto a
esta planta” dijo Aiden, volviendo su mirada a mi mirada asombrada “¿Cómo lo
llaman?”
“Muérdago”
Sus labios se abrieron, en una lenta e irresistible
sonrisa “Hmmm…”
No tenía nada que decir. NADA.
Aiden bajó la cabeza. Sus pestañas cayeron, ocultando sus
ojos, pero vi el rayo plateado antes de que lo escondiera. Mis propios ojos se
cerraron mientras mi corazón latía desbocado, mis piernas débiles. Sentí
primero su cálido aliento sobre mis labios y después el suave beso como una
respiración.
Me tomó la mano, la llevó a su boca y puso un beso en el
centro de mi palma “Feliz Navidad, Alex”
Suspiré, más feliz de lo que podía recordad “Feliz
Navidad, Aiden”>>
Ahhhhhhh...Aiden me desarma!!!Me tiene loquitaaaaaaaa!!!
Saludos Covenant Navideños!!! FELICES FIESTAS!!!
Bella Carstairs
Pido perdón por los errores de traducción que haya - seguro - cometido.
Traducción y artículo por Bella Carstairs, Saga Lux Spain
Fuente de la escena original: Jennifer L. Armentrout
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