23/2/16

Escena eliminada de Obsidian: Tortitas y charcos

¡Buenas tardes! hoy os traigo una escena eliminada de Obsidian desde el POV de Katy. Sé que os va a encantar.
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TORTITAS Y CHARCOS
(ESCENA ELIMINADA DE OBSIDIAN)
Hice todo lo que pude para ignorar a Daemon y al hecho de que era como un acosador/guardaespaldas mientras hacía una parada en la oficina de correos para recoger el correo.
Ignorarle no funcionó.

Se puso a mi altura, bajó la ventanilla y me miró con aquellos irreales ojos verdes. “¿Qué parte de ir derecha a casa no has entendido? Siento como si ya hubiéramos tenido esta conversación”

Lo hicimos.

Ayer.

“Puede que haya libros esperándome” Le dije.

Él suspiró. “Puede que haya Arums por ahí preparados para comerte”

“Tú estás aquí, así que no pasa nada.”

Su brillante mirada se fijó en la mía. “Sí, pero estoy intentando ser proactivo en relación a esto y no ser reactivo.”

Yo sólo estaba intentando revisar el correo, así que…

Él murmuró algo por lo bajini y entonces abrió la puerta, sacando su ancho y largo cuerpo. “Eres como un grano en el culo.”

Alzando la mano, me rasqué la mejilla con mi dedo medio.

Él arqueó una ceja. “Qué bonito, gatita.”

Sonriéndole dulcemente, me di la vuelta y me contoneé – sí, me contoneé – a través del aparcamiento y hasta la oficina de correos. El charco gigantesco que bloqueaba el bordillo y la entrada a la oficina de correos me impidió mi gran salida. Rodearlo requería más esfuerzo del que merecía la pena, por lo que simplemente salté sobre él, golpeando el agua.

Detrás de mí Daemon emitió un sonido. “Eres como una niña de dos años.”

Saltando el bordillo, le miré por encima del hombro y me dirigí hacia el edificio. Fui directa a mi taquilla de correos. Había unos cuantos paquetes.

“¡Yay” los abracé fuerte contra mi pecho. Quería abrir esos paquetes y ver qué me traían. No había nada como recibir un libro en el buzón y no saber cuál sería. Estaba sosteniendo un montón de regalos de navidad en mis brazos. Cerré la pequeña puerta y me di la vuelta.

Daemon me esperaba al final del pasillo, observándome con su verde mirada indiferente. Había algo en el modo en que me miraba que me hizo ser tremendamente consciente de mí misma. Pero esa mirada esmeralda no era sólo indiferente. Era diferente. Ardiente. Intensa. Pensé en la mañana de después del baile, despertándome en la cama con él y la sensación…

No iba a ir ahí.

Le pasé de largo, volviendo a mi táctica de ignorarle. Cuando estuvimos fuera, volví a convertirme en la niña de dos años y salté con ambos pies en el charco, enviando gotas de agua en todas direcciones.
“Jesús.” Él saltó hacia un lado, pero era demasiado tarde. Toda la parte izquierda de sus pantalones estaba empapada.

Le lancé una mirada mientras corría hacia mi coche, abría la puerta de atrás y empezaba a dejar los paquetes en el asiento. Supe exactamente cuando me alcanzó. No dijo nada, lo que era toda una sorpresa, porque Daemon siempre tenía algo que decir, pero pude sentirle cerca.

Daemon hizo un sonido profundo y gutural “Necesito tortitas.”

Dejé de colocar los paquetes en el asiento y le miré por encima del hombro. Estaba apoyado contra su SUV, con su cabeza echada hacia atrás. Me estaba observando – no, espera. No me estaba mirando a mí. Su mirada estaba dirigida muy por debajo del cinturón.

Rápidamente cerré la puerta y le enfrenté. “¿Estás mirándome el culo?”

Daemon no respondió, pero despacio, épicamente despacio, dirigió su mirada hacia la mía. Había una intensidad en su mirada, como si fuera un roce físico. Algunas partes de mi cuerpo hormiguearon, más en unas zonas que en otras. Especialmente cuando su mirada se detenía en ciertas áreas, como aquella que está por debajo de mi clavícula. Para cuando sus ojos encontraron los míos, había un tipo diferente de charco en el parking, un charco reluciente. La suave curvatura de sus labios hizo que los músculos de mi estómago se tensaran. “Yo no haría nada parecido.”

No le creí. De ninguna manera. Y estaba irritada, porque no me gustaba cómo su escrutinio me hacía sentir. Debería estar ofendida. No excitada. Espera. No estaba excitada. Para nada. Era un idiota. Un idiota que me había encendido como una pista de las Vegas y me había tocado mientras dormía. Un absoluto idiota.

Cara culo.

“Tortitas.” Dijo de nuevo.

“¿Qué es lo que te pasa con las tortitas? ¿Por qué sigues mencionándolas?”

“¿Tienes masa de tortitas en casa?” preguntó.

“Sí, creo que sí.”

“Bien.” Su sonrisa se ensanchó. “Me vas a hacer algunas tortitas.”

Le miré. “No voy a hacerte tortitas. Hay un Waffle House cerca. Eres bienvenido para ir y comprar unas tortitas…”

Daemon se lanzó hacia delante tan deprisa que cuando parpadeé ya estaba delante de mí, y odiaba cuando se movía así. También odiaba cómo me quedaba sin respiración porque estaba delante de mí.
“Sé que hay un Waffle House cerca, gatita. Pero no es lo que quiero.” Levantando la mano, me dio un golpecito en la nariz con uno de sus largos dedos. “Quiero que tú me hagas tortitas.”

Me eché hacia atrás, ceñuda. “No te voy a hacer tortitas.”

“Lo vas a hacer.” Se dio media vuelta , se dirigió a la puerta de su coche y se subió. Antes de que cerrara la puerta me sonrió. “Claro que vas a hacerme tortitas.”


 ♥♥♥
Oh, Daemon, yo te hago todas las tortitas que quieras...
jejejeje


Traducción: Bella Carstairs
Fuente: Jennifer L. Armentrout

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