El otro día en twitter pedí a la gente que me dejara sus proposiciones sobre las escenas que queréis que publique, y alguien me dijo que pusiera el primer encuentro entre Katy y Daemon desde ambos puntos de vista. Pues bien, aquí los tenéis.
Empezaremos con Katy...
Cuando logré que mis ojos se desplazaran en dirección norte, me encontré frente a unas pestañas espesas que abanicaban la parte superior de unos pómulos marcados y que ocultaban el color de sus ojos al bajar la vista para mirarme. Tenía que saber de qué color eran.
"¿Necesitas algo?" preguntaron, molestos, unos labios carnosos y muy besables.
Tenía una voz profunda y firme; de esas acostumbradas a ser escuchadas y obedecidas sin vacilación. Las pestañas se alzaron, revelando unos ojos tan verdes y brillantes que no podían ser de verdad. Eran de un tono esmeralda intenso que destacaba por contraste contra la piel bronceada.
"¿Hola?" volvió a intervenir mientras apoyaba una mano en el marco de la puerta, inclinándose "¿Se te ha comido la lengua el gato?"
Respiré hondo y di un paso atrás. Noté que me ponía roja como un tomate de la vergüenza.
El chico levantó el brazo para apartarse un mechón de la frente. Miró a la lejanía y luego me miró a mí.
"Te lo voy a preguntar..."
Cuando logré recuperar la voz, quería morirme.
"Me... me preguntaba si sabrías dónde está el colmado más cercano. Me llamo Katy, me he mudado a la casa de al lado." seguí divagando mientras señalaba mi casa ."hace un par de días..."
"Ya lo sé."
<<¿Ah, sí? Pues vale.>>
"Bueno, es que me preguntaba si alguien sabría decirme por dónde se llega antes a algún colmado y quizá a algún sitio que venda plantas."
"¿Plantas?"
No parecía que me estuviera haciendo una pregunta, pero yo me apresuré a responderle de todos modos:
"Sí, es que tengo un parterre delante de..."
Se limitó a alzar una ceja, desdeñoso.
"Ya."
Notaba que la vergüenza desaparecía y la rabia empezaba a ocupar su lugar.
"Bueno, verás, tengo que comprar plantas..."
"Para el parterre; ya lo he pillado." Apoyó la cadera contra el marco de la puerta y se cruzó de brazos. Algo brillaba en sus ojos verdes. No era enfado; era algo diferente.
Respiré hondo. Si aquel tío me pegaba otro corte... Mi voz adoptó el tono que mi madre usaba cuando me veía jugando con objetos puntiagudos de pequeña.
"Me gustaría saber dónde puedo encontrar comida y plantas."
"¿Sabes que en este pueblo no hay más que un semáforo y gracias, verdad?" Arqueaba las cejas hasta el nacimiento del pelo, como si estuviera preguntándose cómo podía ser tan boba. Entonces supe por qué le brillaban los ojos: se estaba riendo de mí, y encima iba de superior por la vida.
Durante unos instantes no pude hacer más que mirarlo. Probablemente era el tío más cañón que había visto en toda mi vida, pero era un cretino total. Ver para creer.
"Bueno, solo quería saber por dónde tenía que tirar. Veo que no he venido en el mejor momento."
Levantó la comisura del labio.
"Nunca será un buen momento para que vengas a llamar a mi puerta, niña."
"¿Niña?" repetí, incrédula.
Volvió a arquear aquella ceja burlona que ya empezaba a odiar.
"No soy ninguna niña, tengo diecisiete años."
"¿Ah, sí?" Pestañeó "Pues parece que tengas doce. Bueno, no; trece. Mi hermana tiene una muñeca que me recuerda a ti, con los ojos grandes y la expresión vacía."
¿Que le recordaba a una muñeca? ¡A una muñeca con la expresión vacía! La ira se me agolpaba en el pecho y me subía por la garganta.
"Oye, vale; perdona por molestarte. No te preocupes: no volveré a llamar a la puerta de tu casa, créeme." Empecé a darme la vuelta para marcharme y no sucumbir al imperioso deseo de partirle la cara. O de ponerme a llorar.
"Eh" me dijo.
Me detuve en el escalón de abajo pero no quise volverme para que no se diera cuenta de lo disgustada que estaba.
"¿Qué?"
"Ve a la carretera 2 y gira cuando llegues a la 220 en dirección norte; te llevará a Petersburgo." Exhaló irritado, como si estuviera haciéndome un grandísimo favor. "Foodland está justo en el centro; lo verás seguro. Bueno, quizá a ti te cueste encontrarlo. Creo que está al lado de una ferretería. Allí encontrarás cosas para tus plantas."
"Gracias" musité antes de añadir entre dientes ", tarado"
Soltó una carcajada.
"Eso no es propio de una señorita, gatita"
Me volví dando un respingo.
"Nunca vuelvas a llamarme así" le espeté.
"Es mejor que llamarle <<tarado>> a alguien, ¿no?" Salió por la puerta "Qué visita tan estimulante. La recordaré mucho tiempo."
Aquello ya era suficiente.
"¿Sabes qué? Tienes toda la razón. Mira que llamarte tarado... Esa es una palabra que no te define bien." le dije sonriendo "<<gilipollas>> te pega más."
"Conque <<gilipollas>>, ¿eh?" repitió "Eres un encanto."
Levanté el dedo corazón.
Se rió de nuevo y agachó la cabeza. Un mar de mechones se le deslizó sobre la frente y casi oscureció sus intensos ojos verdes.
"Qué fina eres, gatita. Seguro que tienes una buena selección de gestos y de apodos interesantes que dedicarme, pero no me interesan."
En efecto, podía haberle dicho y hecho más cosas, pero me volví, muy digna, y regresé a casa pegando unos buenos pisotones sobre el césped, sin darle el placer de saber lo enfadada que estaba. Antes siempre había evitado enfrentarme con la gente, pero ese tío sabía cómo sacar la arpía que llevaba dentro. Cuando llegué a mi coche, abrí la puerta con un gesto brusco.
"¡Hasta luego, gatita!" dijo riéndose mientras daba un portazo.
Unas lágrimas llenas de rabia y vergüenza me quemaban los ojos. Metí las llaves en el contacto y di marcha atrás. <<Haz un esfuerzo>>, me había dicho mi madre. Eso es lo que pasa cuando haces un esfuerzo.
♥ y ahora desde el punto de vista de Daemon... ♥
La chica... no era mona. Su pelo largo, que realmente no era ni rubio ni castaño, ya no estaba recogido en el moño desordenado, y colgaba por encima de sus hombros. Era bajita de narices, apenas algo más de un metro sesenta y cinco. Sin embargo, sus piernas parecían extenderse eternamente. Me costó un gran esfuerzo apartar los ojos de ellas.
Finalmente mi mirada cayó en la parte delantera de su camiseta. <<MI BLOG ES MEJOR QUE TU VLOG.>> ¿Qué demonios significaba eso? ¿Y por qué lo llevaba escrito en la camiseta? Las palabras <<BLOG>> y <<MEJOR>> estaban tensas y tirantes. Tragué saliva. Aquello no era una buena señal.
Levanté la mirada con más esfuerzo todavía.
Su cara era redondeada, con la nariz respingona y la piel lisa. Apostaría un millón de dólares a que sus ojos eran castañños; unos grandes ojos de cervatillo.
Parecía una locura, pero podía sentir sus ojos mientras su mirada seguía con el lento escrutinio desde el lugar donde mis vaqueros colgaban de mis caderas hasta regresar a mi cara. Tomó aire bruscamente, lo cual hizo sombra a mi propia inhalación.
Sus ojos no eran castaños, pero eran grandes y redondos, de un tono pálido de brezo gris; unos ojos claros e inteligentes. Eran bonitos. Incluso yo era capaz de admitirlo.
Y aquello me cabreaba. Todo aquello me cabreaba. ¿Por qué estaba mirándola tanto? ¿Por qué estaba allí siquiera? Fruncí el ceño.
"¿Necesitas algo?"
No hubo respuesta. Siguió mirándome con esa expresión en el rostro, como si quisiera que besara sus labios carnosos y fruncidos. Una sensación de calor aleteó en la boca de mi estómago.
"¿Hola?" Podía notar el matiz de mi voz: furia, deseo, enfado, más deseo. << los humanos son débiles, un riesgo...Dawson está muerto por culpa de una humana; una humana como ésta>> No dejaba de repetir esas palabras una y otra vez. Situé la mano sobre el marco de la puerta, clavando los dedos en la madera mientras me inclinaba hacia delante. "¿Se te ha comido la lengua el gato?"
Aquello atrajo su atención, y la sacó de golpe de su lujurioso escrutinio. Sus mejillas se tiñeron de un bonito tono rosado mientras daba un paso hacia atrás. Genial. Se estaba marchando. Eso era lo que quería; que se diera la vuelta y se largara. Me pasé una mano por el pelo, miré por encima de su hombro y después otra vez a ella. Seguía plantada en el mismo sitio.
La chica tenía que sacar su bonito culo de mi porche antes de que hiciera alguna estupidez. Como sonreír ante la forma que tenía de ruborizarse. Hasta resultaba sexy. Y desde luego no era nada corriente.
"Te lo voy a preguntar..."
El rubor se intensificó. Joder
"Me... me preguntaba si sabrías dónde está el colmado más cercano. Me llamo Katy." Katy. Se llamaba Katy. Me recordaba aKitty, que parecía nombre de gato. De gatita. Qué bien se me daba encadenar palabras. "Me he mudado a la casa de al lado." señaló la casa con el dedo ."hace un par de días..."
"Ya lo sé."
<<Llevo casi tres días observándote como un acosador.>>
"Bueno, es que me preguntaba si alguien sabría decirme por dónde se llega antes a algún colmado y quizá a algún sitio que venda plantas."
"¿Plantas?"
Entrecerró ligeramente los ojos, y me obligué a permaneces inexpresivo. Ella siguió jugueteando con el dobladillo de sus pantalones.
"Sí, es que tengo un parterre delante de..."
Arqueé una ceja.
"Ya."
Ahora sus ojos eran unas estrechas rendijas, y la irritación que emanaba de ella intensificaba el rubor. Me hizo gracia en lo más profundo de mí. Sabía que estaba comportándome como un gilipollas, pero estaba disfrutando perversamente de la rabia que se encendía poco a poco tras sus ojos,que como un cebo. Y... ese rubor de furia era sexy de una forma extraña, y estaba seguro de que alguna cosa no iba bien en mi cabeza. Me recordaba a algo...
Volvió a probar.
"Bueno, verás, tengo que comprar plantas..."
"Para el parterre; ya lo he pillado."
Apoyé la cadera contra el marco de la puerta y crucé los brazos. La verdad es que aquello era casi divertido. Katy respiró hondo.
"Me gustaría saber dónde puedo encontrar comida y plantas."
Su tono era el que yo utilizaba con Dee unas mil veces al día. Adorable.
"¿Sabes que en este pueblo no hay más que un semáforo y gracias, verdad?"
Y ahí estaba. La chispa de sus ojos era ahora un fuego llameante, y yo estaba tratando de contener una ancha sonrisa. Joder, ya no solo era mona. Era más, mucho más, y el estómago me dio un vuelvo.
Me miró fijamente, incrédula.
"Bueno, solo quería saber por dónde tenía que tirar. Veo que no he venido en el mejor momento."
Pensé en Dawson, y mis labios se curvaron en una mueca desdeñosa. Se había acabado la hora de jugar. Tenía que terminar con aquello de una vez por todas, por el bien de Dee.
"Nunca será un buen momento para que vengas a llamar a mi puerta, niña."
"¿Niña?" repitió, abriendo mucho los ojos. "No soy ninguna niña, tengo diecisiete años."
"¿Ah, sí?" Joder, como si no me hubiera dado cuenta ya de lo mayor que era. No había nada en ella que me recordara a una niña, pero maldita sea, como diría Dee, mis habilidades sociales eran una pena "Pues parece que tengas doce. Bueno, no; trece. Mi hermana tiene una muñeca que me recuerda a ti, con los ojos grandes y la expresión vacía."
Se quedó boquiabierta, y me di cuenta de que quizá había ido demasiado lejos con esa última frase. Bueno, era lo mejor. Si me odiaba, permanecería alejada de Dee. Funcionaba con la mayoría de las chicas. Sí, con la mayoría.
Vale. En realidad no funcionaba con muchas chicas, pero ellas no vivían en la casa de al lado, así que qué demonios importaba.
"Oye, vale; perdona por molestarte. No te preocupes: no volveré a llamar a la puerta de tu casa, créeme."
Comenzó a darse la vuelta, pero no con la rapidez suficiente como para que no viera el repentino resplandor de esos ojos grises.
Joder. Ahora me sentía como el mayor imbécil del mundo. Y Dee fliparía si me viera actuar de ese modo. Encadenando algo así como una docena de improperios en mi mente, la llamé
"Eh"
Ella se detuvo en el escalón inferior, pero no dejó de darme la espalda.
"¿Qué?"
"Ve a la carretera 2 y gira cuando llegues a la 220 en dirección norte; te llevará a Petersburgo." Solté un suspiro, deseando no haber abierto la puerta "Foodland está justo en el centro; lo verás seguro. Bueno, quizá a ti te cueste encontrarlo. Creo que está al lado de una ferretería. Allí encontrarás cosas para tus plantas.
"Gracias" musitó, y después añadió entre dientes ", tarado"
¿Acababa de llamarme <<tarado>>? ¿En qué década estábamos? Me reí, pues aquello tenía mucha gracia.
"Eso no es propio de una señorita, gatita"
Se dio la vuelta con rapidez.
"Nunca vuelvas a llamarme así"
Vaya, parecía que le había dado en algún punto débil. Me aparté de la puerta.
"Es mejor que llamarle <<tarado>> a alguien, ¿no? Qué visita tan estimulante. La recordaré mucho tiempo."
Sus pequeñas manos se cerraron en puños, y me pareció que quería golpearme. Me pareció que tal vez me gustara. Y me pareció que necesitaba ayuda urgentemente.
"¿Sabes qué? Tienes toda la razón. Mira que llamarte tarado... Esa es una palabra que no te define bien." Me dirigió una sonrisa "<<gilipollas>> te pega más."
"Conque <<gilipollas>>, ¿eh?" Sería demasiado fácil cogerle cariño "Eres un encanto." Me enseñó el dedo corazón, y yo volvía a reírme, agachando la cabeza. "Qué fina eres, gatita. Seguro que tienes una buena selección de gestos y de apodos interesantes que dedicarme, pero no me interesan."
Y desde luego que sí parecía que los tuviera. Una parte de mí se sentía un tanto decepcionada cuando se giró y se marchó dando pisotones. Esperé hasta que abrió la puerta de su coche, y como soy un verdadero imbécil...
"¡Hasta luego, gatita!" dije, y me reí cuando ella puso cara de querer volver corriendo hasta mi puerta para darme una patada giratoria.
Cerré la puerta con fuerza detrás de mí, me recliné contra ella y volví a reírme, pero la risa terminó en un gruñido. Había habido un momento en el que había visto lo que centelleaba detrás de la incredulidad y la furia en esos conmovedores ojos grises. Dolor. Saber que había herido sus sentimientos hizo que se me llenara el estómago de ácido.
♥♥♥
Buenooooo, ¿Qué os ha parecido?